Crisis capitalista y alternativas contrahegemónicas

3 Ene

CRISIS CAPITALISTA Y ALTERNATIVAS CONTRAHEGEMÓNICAS

NAPOLEON SALTOS GALARZA

Quito, diciembre 2013.

INTRODUCCION

Sin sueños no puede haber cambio, no se puede “vivir buenamente”, sobre todo en tiempos de crisis. La hegemonía implica alguna forma de ilusión, de esperanza colectiva.

Hace poco decía un dirigente indígena: “Hemos vivido un tiempo de esperanza: la llegada de los gobiernos “progresistas” abrió expectativas sobre todo en los de abajo. Parece que este período empieza a cerrarse. Cuando se pierde la confianza se rompe el encantamiento.”

El tiempo histórico de los gobiernos “progresistas” empieza a agotarse. La esperanza de los cambios retorna abajo. La labor de los sabios es expresar la sabiduría de los simples, decía San Buenaventura. Más responsabilidad que el que más tiene, la tiene el que más sabe. El “intelectual orgánico” alternativo instaura la visión del mundo a partir de las visiones, los sueños, los intereses, los sentidos comunes de los simples.

TIEMPO DE TRANSICION

Vivimos un tiempo marcado por dos procesos: la crisis y decadencia del capital y la emergencia de signos anti-sistémicos, de la transición hacia formas post-capitalistas.

Se trata de varias crisis superpuestas: bancaria, financiera, económica, de hegemonía, bélica, ecológica; por ello, con signos de una crisis estructural y civilizatoria.

La crisis debe ser vista bajo la forma de paradojas, con poderes, posibilidades, potencialidades contrapuestas.

La paradoja de la abundancia y la escasez: un tiempo en que la humanidad está en capacidad de pasar a la abundancia y cambiar el objeto de la economía; pero esa potencialidad se convierte en su contrario por la apropiación privada monopolista que llega a las formas más extremas y produce nuevas formas de expropiación, pobreza y exclusión. Allí se expresa la contradicción básica en la que se mueve la posibilidad del cambio de un sistema: las fuerzas productivas que se universalizan y las relaciones de producción que se privatizan; una expropiación de las potencialidades de la humanidad por el poder del capital.

La paradoja de la democracia y el “fascismo social”[1], de la paz y la guerra. La disputa del monopolio de la violencia legitimada vuelve al centro ante la crisis de la hegemonía norteamericana. Se abre la puerta a un nuevo ciclo hegemónico o la posibilidad del paso a un nuevo mundo fundado en la paz general y el bien común de la humanidad.

La paradoja ecológica. La humanidad “retorna” a la definición de su relación con la naturaleza, al punto de partida de la constitución de la modernidad:

la condición primera de posibilidad de esa revolución civilizatoria que conocemos como modernización se encuentra en una alteración profunda de la relación técnica del ser humano con la naturaleza. (…)  La civilización moderna aparece cuando aparece la “neotécnica”, es decir, cuando la vida civilizada aprovecha el incremento exponencial de la productividad del trabajo humano que esa neotécnica trae consigo.  Lo que va a determinar la consistencia de esta modernidad es precisamente el modo en que lleve a cabo este aprovechamiento, la manera que tenga de integrarlo en su civilización. Y es que la neotécnica no incita solamente a un salto cuantitativo  en el rendimiento de las fuerzas productivas; incita igualmente a un salto cualitativo en la definición misma de lo que es ese rendimiento, de lo que es el trabajar y el producir. La neotécnica abre para el ser humano la posibilidad de replantear desde la base, radicalmente, la relación que ha mantenido con la naturaleza; le pone en condiciones de abandonar la relación de conquista y dominio que él ha buscado tradicionalmente imponer sobre  ella, y de establecer con  ella una relación nueva, de colaboración entre iguales, en la que ninguno de los dos se somete al otro ni se impone sobre él. Dos proyectos de modernidad se esbozan a partir de este doble nivel de transformación civilizatoria desatado por la revolución neotécnica; dos proyectos que se definen según el modo de aprovechar esa transformación que tiene cada uno de ellos.”[2]

La “neotécnica” de la tercera revolución científico-técnica nos coloca nuevamente ante la posibilidad de redefinir nuestra relación la naturaleza: en la fase actual, de capitalismo tardío y de transición vivimos los dos modelos en su forma extrema. El capitalismo tardío lleva al modelo de modernidad capitalista, la subordinación del valor de uso por el valor de cambio, el predominio del modelo de la cantidad sobre la calidad, a su forma extrema, con riesgo para la subsistencia de la naturaleza y de la humanidad.

El capital tiene alta flexibilidad. Las crisis son un momento de reordenamiento del capital: destruye para reconstituirse.

En el capitalismo se presenta periódicamente la tendencia “a producir crisis de sobreacumulación, (… que) se expresan como excedentes de capital y de fuerza de trabajo que coexisten sin que parezca haber manera de que puedan combinarse de forma rentable a efectos de llevar a cabo tareas socialmente útiles, (…) la incapacidad de acumular a través de la reproducción ampliada sobre una base sustentable.”[3]

Las salidas cíclicas pasan por “devaluaciones sistémicas (e incluso destrucción) de capital y fuerza de trabajo” y por “ajustes espacio-temporales”, desplazamiento a nuevos ejes de acumulación que implican también desplazamientos espacio-temporales, desplazamientos geoeconómicos. Se produce un viraje a un “imperialismo abierto respaldado por la fuerza militar norteamericana”. Esta política “ha sido acompañada por crecientes intentos de acumular mediante la desposesión.” Allí se asienta el carácter del “nuevo imperialismo”. [4]

Después de la crisis hipotecaria del 2008, el capital financiero global se mueve en cuatro direcciones combinadas: (i) produce devaluaciones sistémicas de capital ficticio, con el traslado de los costos sobre todo a la periferia europea; (ii) proyecta a un “imperialismo abierto respaldado por la fuerza militar norteamericana” con guerras sobre todo en Medio Oriente por el control de los recursos estratégicos y la contención de la expansión del eje Este-Oeste, encabezado por los BRICs. Hoy predomina la destrucción (Irak, Libia, Siria), sin capacidad de reconstitución; (iii) se desplaza a nuevos terrenos, al capital rentista, ya no sólo la renta tradicional de la tierra, la explotación de los recursos naturales, sino ahora en combinación con la renta del conocimiento; y (iv) refuerza las formas de “acumulación por desposesión”, en torno a energía/hidrocarburos, construcción/infraestructura, agricultura transgénica/ agrocombustibles.

Al mismo tiempo, vuelve la posibilidad del otro modelo de modernidad, basado en el respeto y la armonía con la naturaleza, la reintegración de la humanidad como parte de la naturaleza, del “Madre-Tierra”. Y en ese camino las modernidades inconclusas o subalternas, los caminos del ethos barroco, ofrecen nuevamente su potencialidad.

Las movilizaciones sociales atraviesan todos los Continentes. En América Latina empieza una nueva fase, todavía a la defensiva, de autonomización ante los gobiernos “progresistas”, con signos de tendencias antisistémicas.

El desenlace de la crisis es siempre político. Las disputas hegemónicas se concentran en el sentido: el poder se presenta como bio-poder, como el control de la vida de la gente. Estamos ante nuevas formas de colonialismo del conocimiento basado en una visión neopositivista: la seducción tecnológica.

UNA NUEVA FASE EN NUESTRA AMÉRICA

Si hubiéramos hablado hace dos o tres años, el centro de la reflexión hubiera sido el proceso de los gobiernos “progresistas”, sus políticas de cambio. El proceso que se abre con el triunfo de Hugo Chávez en 1998 y se expande con el acceso por la vía electoral de gobiernos “progresistas” en todo el Continente.

Ahora el mapa político de América Latina ha cambiado en tres puntos clave: signos de fronteras de los gobiernos progresistas, surgimiento de un nuevo eje alineado en torno a la Alianza del Pacífico y la emergencia de nuevos movimientos sociales antisistémicos. Empieza a modificarse la correlación de fuerzas.

La muerte de Chávez se presenta como el signo de las fronteras de los gobiernos “progresistas” en Venezuela y en el Continente.

Con la emergencia de las nuevas movilizaciones sociales en junio, asistimos al “fin de las revoluciones pasivas”, no sólo en Brasil:

revolución pasiva: un proceso de modernización impulsado desde arriba que recoge sólo parcialmente las demandas de los de abajo y con ello logra garantizar su pasividad, su silencio más que su complicidad (…) El agotamiento tiene que ver (…) sobre todo con la pérdida de impulsos progresistas y el aumento significativo de rasgos conservadores en la coalición social y política encabezada por Lula y que sostiene el gobierno de Dilma. (…) La movilización levanta el velo y muestra la realidad contradictoria y las miserias ocultas detrás del mito del milagro brasileño, que ya había funcionado décadas atrás y que volvió a aparecer en los últimos años. (…) La pasividad sobre la cual se erigía la hegemonía lulista se disuelve en las calles.”[5]

Esta variación se asienta en una modificación de la base económica. El desplazamiento del capital financiero hacia el eje rentista generó una oleada de subida general de los precios de las commodities. Esta tendencia se inicia en torno al 2003-2004.

“The boom that had started in 2003 continued until summer 2008 with the index for all primary commodities rising by more than threefold (Chart 6).  This was followed by a steep downturn in the second half of 2008, which took the index back to the level of 2004.  But like capital flows and remittances, commodity prices also recovered strongly from the beginning of 2009, rising until spring 2011 when they levelled off and started to fall, manifesting increased short-term instability.  In the early months of 2013, the index for all commodities was 15 per cent below the peak reached in summer 2008.”[6]

Aquí inciden diversos factores geoeconómico-políticos. El desplazamiento del capital financiero hacia el eje rentista de acumulación se desarrolla en medio de una modificación del ordenamiento mundial: mientras las crisis se concentran en el eje Norte-Sur, encabezado por las potencias tradicionales – Estados Unidos, Europa y Japón –, emerge un nuevo eje de acumulación Este-Oeste, hay un despunte de los BRICs, las potencias emergentes, encabezadas por China.

Con ello, se amplía el espacio de vinculación internacional para los países periféricos; se aflojan las clavijas de dependencia directa del imperialismo norteamericano, se abren oportunidades de vinculación económica hacia el eje Este-Oeste y se desarrollan iniciativas limitadas de soberanía e integración continentales: UNASUR, Banco del Sur, CELAC, ALBA.

América Latina se enanca en estas tendencias, lo que abre un período de crecimiento “anticíclico” de la Región en torno al 5% anual, mientras los países del centro soportan situaciones de crisis. El resultado es un período de abundancia, sobre todo en manos del Estado, a partir de la cual se impulsan políticas de redistribución y asistencia social que contribuyen a una amplio respaldo social a los regímenes: 1 de cada 4 latinoamericanos cuenta con alguna especie de bono social.

Este enancamiento implica una paradoja, sobre todo para los gobiernos “progresistas”. Mientras en las nuevas Constituciones garantistas se declara los derechos de la naturaleza, “atravesados por las nociones del Buen Vivir/Vivir Bien (suma qamaña, sumak kawsay)”, sin embargo  “en el conjunto de los países de Sudamérica, en la última década se acentuado la dependencia primario-exportadora. En cada uno de estos países (Venezuela, Ecuador y Bolivia) es muy elevada la participación de los productos primarios como proporción del valor total de las exportaciones. Se ha mantenido o incrementado en los años de los gobiernos de cambio.”[7]

Una tendencia similar se observa en el Cono Sur. Uno de los signos es “el enclave sojero en Sudamérica: En 2012 Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay sembraron 50 millones de hectáreas con soja transgénica, es decir 500 mil Km2 de un único monocultivo. Una superficie 200 mil Km2 más grande que Italia o 150 mil Km2 mayor que la extensión de Alemania. Un “desierto verde” del tamaño aproximado del estado español.”[8]

Esta base material define el carácter de los gobiernos “progresistas” como regímenes de cambio de ciclo, regímenes postneoliberales, pero sin poder enfrentar el cambio del patrón capitalista de acumulación: modelos de modernización capitalista con fortalecimiento del Estado y procesos de redistribución y asistencia social.

Desde allí, los regímenes “progresistas” se presentan como variaciones de formas bonapartistas.

El gobierno de Lula se presenta como “una variante de semibonapartismo en el cual la cooptación y el control del llamado sindicalismo combativo y, en particular, de la cúpula sindical es decisivo… Lula, al comienzo del segundo mandato, hizo un cambio político importante, trasladando su base social de sustentación hacia las camadas más pauperizadas, que viven al margen de la organización de clase: … amplió el Bolsa-Familia, con una política focalizada y asistencialista, pero de gran amplitud, dado que alcanza aproximadamente a 13 millones de familias pobres (cerca de 50 millones de personas con bajos ingresos salariales), que así reciben en promedio el equivalente a 50 dólares mensuales… De ese modo, articuló las dos puntas: remuneró a las diversas fracciones burguesas y, en el extremo opuesto de la pirámide social, donde están los sectores más desorganizados y empobrecidos de la población, brindó una política asistencialista que no afecta ni siquiera mínimamente ninguno de los pilares estructurales de la tragedia brasilera.”[9]

 

Aunque más bien hay una superposición de formas de hegemonía: una especie de barroquismo político o de formas abigarradas de funcionamiento del Estado y el poder.[10]

 

En la hegemonía 1, referida al acuerdo arriba y a la constitución del bloque histórico dirigente y la visión hegemónica del mundo y de la vida, se presentan formas bonapartistas ampliadas, con arbitrajes no sólo internos sino también transnacionales y la expresión del interés general del capital en proyectos reflejos de modernización,  más allá de las contradicciones internas y los alineamientos internacionales.

En la hegemonía 2, referida al consenso activo de las clases subalternas se reproducen estructuras populistas y diversas formas de “transformismo” que se expresan en un apoyo pasivo de las masas a los gobiernos “progresistas” y en el paso de actores/movimientos sociales autónomos a base electoral de maniobra. La paradoja en este terreno es que en el período de los gobiernos “progresistas” se produce un creciente debilitamiento de las organizaciones sociales que sustentaron el período de resistencia antineoliberal y la construcción de imaginarios constituyentes.

En la hegemonía 3, referida a práctica contrahegemónicas de las clases y fuerzas subalternas, una tendencia fuerte ha sido la respuesta autoritaria y represiva, con hechos de criminalización de las luchas sociales, enmarcadas en visiones de “códigos penales del enemigo”.  Estas formas no se presentan como estructuras dadas, sino como procesos de ajuste progresivo, con la tendencia a un distanciamiento cada vez más marcado entre los gobiernos “progresistas” y los movimientos sociales organizados.

La oleada de precios altos de la commodities empieza a modificarse en el 2013, y asistimos a una “gran incertidumbre sobre si se ha terminado el “superciclo” alcista de los precios de commodities, (materias primas) que desde el 2003 y 2004 subieron fuertemente lo que favoreció a las exportaciones básicas de minerales, alimentos y energía.”[11] “La tendencia a la baja en la demanda y el precio de los «commodities» se ha transformado en una preocupación constante para las economías de la región. A esto hay que agregar un escenario externo determinado por la desaceleración del crecimiento de China, principal consumidor de los recursos naturales de la región, y la recesión en la zona euro.”[12]

En particular hay una tendencia a la baja en el precio internacional del petróleo, por la incidencia de diversos factores geoeconómico-políticos: las negociaciones de Estados Unidos con Irán abren la perspectiva de la afluencia de millones de barriles al mercado hidrocarburífero;  la introducción masiva del fracking y el cracking en la extracción de petróleo y gas en Estado Unidos y Canadá, a pesar de los altos costos ambientales, apunta a una modificación profunda de la tendencia mundial, pues estos dos países se convertirían en productores con capacidad de abastecimiento interno y de exportación.

Hacia finales del 2013 hay una baja del precio internacional, lo que empieza a afectar a los países exportadores de petróleo, como en el caso de Venezuela y Ecuador. Si bien no se trata de una caída brusca, hay una tendencia a la baja: en Venezuela, “el precio de venta promedio en lo que va de año se sitúa en 99,87, por debajo de los 103,42 dólares del año pasado.”[13]

Fuente: http://www.indexmundi.com/es/precios-de-mercado/?mercancia=petroleo-crudo&meses=300

La incertidumbre está marcada por el paso del período de abundancia a gérmenes de un período de escasez, lo que puede afectar a la base del modelo de adhesión y control populista de la masa social y a la capacidad del Estado para organizar las contradicciones arriba.

EL TIEMPO DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

La fase de ascenso de los gobiernos “progresistas”  en nuestra América parte de los imaginarios de cambio originados en la luchas de los movimientos sociales.

En los setenta hasta mediados de los ochenta se presenta un bloque social liderado por el movimiento sindical. El tiempo de las luchas contra las dictaduras y por la democracia. A mediados de los ochenta se inicia un reflujo del movimiento sindical y surgen nuevos movimientos sociales, en particular, el movimiento indígena. A fines de los 90 entramos en una tercera fase con el paso al acceso de gobiernos progresistas por la vía electoral.[14]

El imaginario constituyente abierto en la década de los 90 se instaura en el cimiento de los procesos constituyentes del nuevo siglo. Pero allí se produce una transformación de los sujetos: el clásico proceso de los jacobinos a los girondinos y a la restauración de Bonaparte toma su propia forma en América Latina.[15]

El poder constituyente se presenta como “el concepto de una crisis”. El poder constituyente emerge más allá del derecho y ordena el sistema de derecho. Se produce la tensión entre un poder absoluto que busca ser cerrado desde el orden constituido.

El tiempo que es propio del poder constituyente, un tiempo dotado de una formidable capacidad de aceleración, tiempo del alumbramiento y de la generalización de la singularidad, deberá ser cerrado, detenido, reducido en las categorías jurídicas,  restringido en la rutina administrativa,” debe ser normado, “su expansividad no se revelará más que como norma interpretativa, como control de constitucionalidad, como actividad de revisión constitucional,… el nexo que históricamente liga el poder constituyente al derecho de resistencia (y que de entrada define, por así decir, la figura activa) es cancelado; lo que queda es sometido a todas las posibles sevicias.”[16]

Una vez quebrado el poder constituyente se pasa a un proceso ordenado. “El paradigma es seccionado: al poder constituyente originario o comitente se opone (sigue, se distingue, se contrapone) el poder constituyente en sentido propio, asamblear; en fin, a los dos primeros, se opone el poder constituido. De este modo, el poder constituyente es absorbido en la máquina de la representación. El carácter ilimitado de la expresión constituyente es limitado en su génesis, puesto que es sometido a las reglas y a la extensión relativa del sufragio; en su funcionamiento, puesto que es sometido a las reglas asamblearias; en su periodo de vigencia (que se detiene funcionalmente delimitado, casi en la forma de la «dictadura» clásica, más que con referencia a la idea y a la práctica de la democracia) en fin y en suma, la idea de poder constituyente es jurídicamente preformada allí donde se pretendía que ella formase el derecho, es absorbida en la idea de representación política allí donde se quería que ella legitimase este concepto. De este modo, el poder constituyente, en cuanto elemento conectado con la representación (e incapaz de expresarse si no es a través de la representación) viene insertado en el gran diseño de la división social del trabajo.[17]

La tensión principal que atraviesa la relación entre la lucha de los movimientos sociales y el ordenamiento de los gobiernos “posliberales” es la disputa de vías diferentes de modernidad: una modernidad funcional al nuevo orden mundial en crisis, o una modernidad con reformas que se proyecta a diversas formas de revolución postcapitalista.

Vaciado el poder constituyente, el tiempo constitucional  y el tiempo constituido se presentan como condensación del tiempo pasado, la legitimidad de un triunfo electoral que es ejercido hasta el próximo ejercicio, ya no un presente abierto al futuro de ruptura; y se ve la amenaza extrema en la emergencia de poderes “subversivos”.

En particular está en juego la relación entre soberanía popular como fundamento del poder y el orden constituido. Desde la visión del poder constituido la soberanía es evocada como una fuerza trascendente y abstracta, como principio de legitimación a posteriori, una especie de teleología en futuro-pasado, y no como la fuerza que constituye y permanece abierta en una relación que atraviesa el tiempo. “El poder constituyente es esta fuerza que se proyecta, desde la ausencia de finalidad, como tensión omnipotente y cada vez más expansiva. Ausencia de presupuestos y plenitud de la potencia: éste es un muy positivo concepto de libertad (…) Aquí hay una sola condición correcta -y paradójica- para la definición de un concepto de soberanía ligado al de poder constituyente, y es que exista como praxis de un acto constitutivo, renovado en la libertad, organizado en la continuidad de una praxis libre.[18]

El poder constituyente se expresa como potencia abierta. De allí emerge una conclusión: “que la potencia, institucionalizándose, no pueda más que negarse. (…) Porque en el acto constitutivo no está nunca presente una dimensión vertical y totalitaria, sino que están presentes y activos la resistencia y el deseo, la pulsión ética y la pasión constructiva, la articulación del sentido de la insuficiencia de lo existente y el extremo vigor de la reacción ante una intolerable ausencia de ser. Es ahí donde la potencia se forma como poder constituyente, no por buscar institucionalidad sino por construir más ser: ser ético, ser social, comunidad. (…) El deseo de comunidad es el fantasma y el ánima del poder constituyente, deseo de una comunidad tan real como ausente, trama y motor de un movimiento cuya determinación esencial es la demanda de ser, repetida urgente sobre una ausencia. (Aunque) lo que es potente puede ser y no ser.[19]

El riesgo, la incertidumbre, la creatividad son el campo del poder constituyente; el orden, la seguridad jurídica, la homologación son el campo del poder constituido. La visión institucionalista refuerza el temor del poder constituido a la emergencia de fuerzas desconocidas que pueden alterar el orden prefigurado.

En el poder constituyente no se trata de la emergencia de una potencia abstracta, sino de un sujeto histórico, desde el campo de los “no-contados”,[20] la “militancia de comunidad en un acontecimiento”.[21] El imaginario constituyente se construyó desde las luchas sociales antisistémicas. El poder constituyente “significa antes que nada establecer una continua relación entre poder constituyente y revolución, una relación íntima y circular: así que allí donde hay poder constituyente hay revolución.”[22]

La nueva hegemonía parte de darle un sentido diferente a la “revolución”, cortar su deseo de comunidad para centrarla en el deseo del individuo hecho ciudadano, la ruptura entre la liberación económica y la liberación política. “Lo que aquí se desvanece es la esencia misma del poder constituyente, su eficacia histórica, que se presenta siempre y solamente como acción colectiva. Queda de él una pálida imagen liberal, allí donde por el contrario la potencia del poder constituyente es siempre y solamente democrática. El poder constituyente es confiado a la ética, hurtado por lo tanto a la política; confiado al individuo, hurtado a la colectividad. El poder constituyente es neutralizado en el individualismo.”[23] La libertad y la igualdad pasan por el tamiz de la competencia y la meritocracia, con lo cual terminan metamorfoseándose en una nueva forma de exclusión y jerarquía.

Se trata de un salto adelante en la modernización capitalista: el viejo límite territorial del poder constituyente, efectivo en la vigencia de los Estados nacionales, se transforma en el novísimo límite temporal de un Estado nacional-trasnacionalizado, en donde el tiempo del capital ordena las formas de la vida: el bío-poder[24] controla ya no sólo el tiempo de la producción material, sino el tiempo de la reproducción de la vida.

El signo principal actual de este giro está en el discurso neoconstitucionalista de la vigencia permanente de los derechos constitucionales, más allá del vacío de la norma jurídica, y en el discurso neoinstitucionalista, que terminan abriendo la puerta a la discrecionalidad del poder, a formas autoritarias de poder. De esta forma se abre paso una estructura política que junta discursos garantistas y participaciones institucionalizadas con prácticas de control concentrado desde el Estado: el paso a “democracias disciplinarias”[25]

La derrota, cooptación y transformismo de los movimientos sociales no significa anulación, sino el paso a otras formas de disputa de la hegemonía, aunque allí la propia visión sobre la hegemonía se modifica: ya no se trata de la hegemonía en la diversidad, que termina imponiendo un límite, un centro; sino de la “hegemonía de la diversidad”,[26] en donde el sentido y, sobre todo, el deseo de la comunidad terminan por descentrar el poder y colocarlo en el campo de la vida; la posibilidad de fundar tanto un nuevo sentido como un nuevo deseo del tiempo y del espacio, quizás no en contra de la modernidad, sino de su alternativa, en un diálogo entre los aportes, sometidos a la crítica, de Occidente y la originalidad de nuestra América.

SIGNOS ANTISISTÉMICOS

En estos tiempos de integración de las ciencias, quizás debemos buscar auxilio en otros campos teóricos para tratar de entender la complejidad estructural de nuestras realidades actuales.

En la física, “las reglas que gobiernan la existencia de las partículas virtuales se hallan establecidas por el principio de incertidumbre y la ley de la conservación de la materia y la energía.” Los procesos de producción de partículas proceden por simetrías rotas, a partir de simetrías originarias.Por lo que es posible descubrir cierta estética en las teorías sobre el orden del universo.[27]

La historia de la sociedad moderna pasa por ciclos y discontinuidades, períodos de hegemonía que revelan a la sociedad civil simetrías “estéticas” que pronto son rotas por la descarga de energía, para transformarse en nuevos períodos de disputa. Desacuerdos arriba y abajo que abren períodos de transición complejos, hacia nuevas hegemonías con un sentido diferente de simetría, aceptado por el conjunto de la sociedad.

Las crisis toman cada vez formas más complejas. El sistema capitalista es altamente flexible y encuentra salidas cíclicas, pero en cada ciclo se presentan salidas cada vez más complejas, simetrías rotas más profundas. La complejidad actual está en las formas extremas de los ciclos y en la aceleración de los tiempos, con posibilidades de salidas antisistémicas. Por ello, las salidas parciales terminan siendo absorbidas por la fuerza gravitatoria del capital.

Cuando reflexionamos sobre los gobiernos “progresistas” de nuestra América nos sorprenden dos extremos: la alta capacidad para absorber la energía social y generar un consenso pasivo amplio con débiles oposiciones; pero al mismo tiempo la alta incapacidad para cumplir el discurso del cambio estructural y la reproducción ampliada de formas “anteriores” de acumulación del capital, en una especie de “retorno” al capital rentista y a las acumulaciones originarias internas y externas.

Ante el riesgo de crisis estructurales, el sistema capitalista muestra su flexibilidad extrema en las formas más avanzadas de respuesta ante las demandas constituyentes de las fuerzas subalternas, para retenerlas en el borde del juego sistémico. En este sentido, los gobiernos “progresistas” se presentan como las formas más avanzadas de reforma dentro de los límites sistémicos. No se trata de gobiernos de coyuntura, sino de gobiernos de período, que asumen la tarea de la modernización de la economía y el Estado ante las nuevas condiciones de la globalización capitalista.

“En una república burguesa la Asamblea Constituyente representa la forma superior de democracia.”[28] El momento constituyente recoge la forma más avanzada de la democracia capitalista y se mueve en una paradoja: la proclama de principios rebasan los juegos del sistema, para volver en la parte orgánica a sus propias reglas. Y luego el ajuste hegemónico no ha avanzado en la radicalización de los procesos, sino más bien en “derechizaciones” y funcionalizaciones al poder real.

La agonía de los regímenes “progresistas” está en mirar la tierra prometida al otro lado de la ribera, al otro lado del abismo. Y esa agonía se presenta nuevamente desde la acción de las fuerzas subalternas, en nuevos procesos de subjetivación.

El sistema capitalista produce sus propios sepultureros, pero no en la forma deductiva de las lecturas sobre el “proletariado”; sino en la formas complejas de un proceso que combina “subalternidad-antagonismo-autonomía”, en una combinación de condiciones objetivas y subjetivaciones.[29]

El signo del tiempo actual es la apertura de nuevos procesos de subjetivación social con autonomía de los gobiernos “progresistas”. Después de un período de bonanza y de crecimiento, se inicia un lento proceso de recomposición de fuerzas sociales y políticas con propuestas alternativas.

Tomemos tres signos de estos procesos: la resistencia de los pueblos originarios en el TIPNIS en Bolivia; las luchas antiextractivistas en Ecuador y, en particular, el proyecto del Yasuní-ITT; y las movilizaciones por el pasaje libre en Brasil. Las resistencias ya no se realizan contra las políticas “neoliberales”, sino que ahora enfrentan el modelo “postneoliberal”.

Estas resistencias muestran el enfrentamiento entre dos visiones de la modernidad. Surgen en el cruce de dos procesos: la afectación de las condiciones y las posibilidades de vida, y la afectación al espacio y al modo de vida.

Las luchas del TIPNIS enfrentan el modelo etapista del régimen, que busca legitimar el extractivismo con el combate a la pobreza:

“en una primera etapa ¿acaso no es posible utilizar los recursos que brinda la actividad primaria exportadora controlada por el Estado para generar los excedentes que permitan satisfacer condiciones mínimas de vida de los bolivianos, y garantizar una educación intercultural y ceintífica que garantice una masa crítica intelectual capaz de asumir y conducir los emergentes procesos de industrialización y de economía del conocimiento.”[30]

 Es sorprendente la unificación de los discursos de los gobiernos “progresistas” en este aspecto. El nuevo Plan Nacional del Buen Vivir (PNBV) del Gobierno de Alianza País proclama la estrategia de superar el extractivismo a través del extractivismo, para contar con los fondos necesarios para pasar a la sociedad del bioconocimiento.

En el PNBV se produce un viraje, la justificación de modelo rentista, ya no desde la lógica neoliberal de las ventajas comparativas, sino desde dos perspectivas complementarias: la vinculación del extractivismo con “el rescate de la soberanía nacional, la redistribución del ingreso y la justicia social”;[31] y el paso a la sociedad del bioconocimiento: ya no se trata únicamente del rentismo tradicional, asentado en la renta de la tierra y de los recursos naturales, sino de un neorentismo, vinculado a la nueva renta tecnológica del conocimiento.

La planificación, señala el PNBV, es ante todo el sentido del tiempo, “el objetivo principal de un análisis prospectivo es enfocarse en el estudio del pasado y del presente para avizorar posibles futuros.”[32]

Para AP, el punto de ruptura está en el enfrentamiento al neoliberalismo, luego llega la plenitud de un tiempo continuo, la revolución avanza, entramos en el tiempo del progreso, un horizonte de “largo plazo”, el 2030, hacia un “nuevo modo de acumulación, distribución y redistribución”. Se abre “un proceso gradual de transformación de la matriz productiva, la transición de una estructura económica primario-productora a una economía generadora de alto valor agregado, mediante la constante creación del conocimiento y la innovación social y tecnológica”, el paso a “una estructura productiva basada en el conocimiento tecnológico.”

El “gran salto” está en la transición “de una economía de los recurso finitos – es decir, de la producción y exportación de recurso naturales – hacia la apropiación científica, económica e industrial de esos recursos, para alcanzar la economía de los recursos infinitos, basada en el fortalecimiento de las capacidades y los conocimientos de la fuente más valiosa que tenemos: la población de nuestro país.” El gran salto empieza por racionalizar el extractivismo.

El centro del cambio de la matriz productiva está en el impulso de los proyectos energéticos, junto a dos sectores estratégicos “recién llegados”[33]: industrializar la actividad minera como eje de la transformación de la matriz (Objetivo 11) y el proyecto “Yachay”, la ciudad del conocimiento (Objetivo 4). Un rentismo con rostro humano y justificación social.

Hay dos fundamentos estratégicos para este viraje: la fractura entre fuerzas productivas y relaciones de producción, que desemboca en una salida centrada en la modernización tecnológica; y la visión de un tiempo continuo de progreso en etapas: como proclama el PNBV, salir del extractivismo a través del extractivismo, en la duplicación de la política de la “siembra del petróleo” en el período de la Dictadura de Rodríguez Lara. Una réplica de la oferta religiosa: ahora podemos aceptar el valle de lágrimas de la minería y el extractivismo, para mañana contar con la recompensa del paraíso.

El sentido profundo para el paso hacia la hegemonía 2, el sentido común en el conjunto de la sociedad, es el restablecimiento de la visión occidental-moderna del tiempo como progreso: “La idea del progreso del género humano en la historia es inseparable de la idea de su avance recorriendo un tiempo homogéneo y vacío.”[34]

 

Pero ya no se trata del objetivo del progreso. Vuelve el dilema de las luchas revolucionarias en América Latina, a partir de su originalidad: la superposición de las luchas antiimperialistas por la liberación nacional, con las luchas anticapitalistas por el socialismo, y las luchas civilizatorias por el comunismo.

 

Las movilizaciones por el pasaje libre en Brasil no se tratan únicamente de un reclamo económico, sino de la lucha por el derecho a la ciudad, por una forma de vida digna que no ha podido ser ofertada por los gobiernos del PT, a pesar de los “éxitos” en la economía y en el combate a la pobreza. La subjetivación de los jóvenes movilizados, una especie de semi-proletariado, pone en juego la forma de vida, ya no sólo el modo de producción.


[1] DE SOUZA SANTOS, Boaventura, Democratizar la democracia: Los caminos de la democracia participativa, Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

[2] ECHEVERRÍA Bolívar, 2008, El ethos barroco y los indios, Revista de Filosofía “Sophia”, Quito-Ecuador. Nº 2/, http://es.scribd.com/doc/22551904/Bolivar-Echeverria-El-Ethos-Barroco, consulta noviembre de 2013.

[3] HARVEY David, El “nuevo imperialismo: acumulación por desposesión, Socialist Register, 2004. http://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/14997#.UrRGpNLuLTo, consulta noviembre 2013.

[4] HARVEY D., Op. Cit.

[5] MODONESI Massimo, El final de la revolución pasiva en Brasil, 23 junio 2013, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170116&titular=el-final-de-la-revoluci%F3n-pasiva-en-brasil-

[6]AKYÜZ Yılmaz, Downturn in Commodity Prices, South Views, No. 96,   19 December 2013,  www.southcentre.int.

[7] LANDER Edgardo, Tensiones/contradicciones en torno al extractivismo en los procesos de cambio: Bolivia, Venezuela, Ecuador, en LANDER Edgardo et al., Promesas en su laberinto: Cambios y continuidades en los gobiernos progresistas de América Latina, IEE/CEDLA/CIM, Reimpresión, El Fuego y la Palabra, Quito, Ecuador, 2013, pp. 13 y 14.

[8] BERTERRETCHE  Juan Luis, El enclave sojero de Sudaméricahttp://www.argenpress.info/2013/09/el-enclave-sojero-de-sudamerica.html, consulta octubre 2013.

[9] ANTUNES Ricardo, Sindicalismo de clase versus Sindicalismo negociador de Estado en el Brasil de la era (pos)Lula, Herramienta N° 47, Julio de 2011 – Año XV, Buenos Aires, Argentina.

[10] ZAVALETA René, Formas de operar el Estado en América Latina (bonapartismo, populismo, autoritarismo), en IBARGÜEN Maya y Norma DE LOS RÍOS (coordinadoras), René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonio y re-visiones, Miño y Dávila Editores, Buenos Aires, 2006.

[11] CARCAMO Rodrigo, CEPAL advierte posible fin de ciclo de precios altos de “commodities”, VII Jornada Monetaria: “Éxitos y Desafíos para América Latina en Medio de la Crisis”, Banco Central de Bolivia (BCB), 25 julio 2013, http://www.eldiario.net/noticias/2013/2013_07/nt130726/economia.php?n=5&-cepal-advierte-posible-fin-del-ciclo-de-precios-altos-de-commodities, consulta noviembre 2013.

[12] CEPAL: América Latina debe ponerse dramáticamente al día en políticas industriales, América Economía, 21-10-2013,  http://www.americaeconomia.com/node/103317, consulta noviembre 2013.

[13] Tomado de http://www.eljoropo.com/site/crudo-venezolano-baja-31-centavos-y-cierra-la-semana-en-9709/, Crudo Venezolano baja 31 centavos y cierra en $ 97,09, 21 diciembre 2013.

[14] SALTOS Napoleón, Movimientos sociales y poder contrahegemónico en América Latina, Ponencia presentada en las VI Jornadas Internacionales de Ciencias Sociales y Políticas, Universidad Federal de Maranaho, San Luis, Agosto de 2013.

[15] Una versión inicial de este tema se presenta en SALTOS Napoleón (Director de la Investigación), Estado, régimen y poder, Ecuador y Venezuela 1998-2013, ISP, Editorial Amaranta, Quito, 2013.

[17] NEGRI T., Op. Cit.

[18] NEGRI T., Op. Cit.

[19] NEGRI T., Op. Cit.

[20] RANCIERE Jacques, El desacuerdo. Política y filosofía, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, Argentina, 1996

[21] BADIOU Alain, ¿Se puede pensar la política?, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1990.

[22] NEGRI T., Op. Cit.

[23] NEGRI T., Op. Cit.

[24] FOUCAULT Michel, Historia de la sexualidad, Volumen I: La voluntad de saber, Siglo XXI, 2005

[25] DÁVALOS, Pablo, La democracia disciplinaria. El proyecto posneoliberal para América Latina, CODEU, Quito, Ecuador, 2010.

[26] ANTEZANA Luis, Dos conceptos en la obra de René Zavaleta Mercado: formación abigarrada y democracia como autodeterminación, PDF, Latin American Studies Center, Universidad de Maryland, 1991

[27] FERRIS Timthy, 2012, La aventura del espacio. De Aristóteles a la Teoría de los cuantos: una historia sin fin, Crítica, Barcelona, p. 394.

[28] LENIN V.I., Tesis sobre la Asamblea Constituyente, Obras escogidas, Tomo IV 1917 – enero de 1918, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973, p. 571

[29] MODONESI Massimo, Subalternidad, antagonismo y autonomía. Marxismo y subjetivación política, CLACSO, Libros Prometeo, Buenos Aires, 2010.

[30] GARCÍA LINERA Álvaro, Geopolítica de la Amazonía. Poder hacendal-patrimonial y acumulación capitalista, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, Bolivia, septiembre 2012, p. 109.

[31] DÁVALOS Pablo, Las falacias del discurso extractivista, línea de fuego, Quito, 2013

[32] Las citas están tomadas de SENPLADES, Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017, PDF.

[33]OSPINA PABLO, Ecuador: el nuevo período de gobierno y el cambio de la matriz productiva. Informe de coyuntura, julio de 2013, CEP, Quito, 2013

[34] BEJAMIN Walter, Tesis de filosofía de la historia, en SÁNCHEZ José y Pedro PIEDRAS, A propósito de Walter Benjamin: nueva traducción y guía de lectura de las “Tesis de filosofía de la historia”, Duererías. Analecta Philosophiae, Revista de Filosofía, 2ª época, nº 2, febrero 2011

Una «petite» tragicomedia

3 Ene

UNA PETITE TRAGICOMEDIA

Napoleón Saltos Galarza

Quito, enero 2014

 “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de  la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”[1], como tragedia o como comedia. Quizás hay una tercera opción, como tragicomedia.

En el segundo libro del Fausto, cuando éste ha logrado imponer el poder transformador del desarrollo en todo el territorio, se topa con un pequeño terreno en la costa que sigue como antes: “Lo ocupan Filemon y Baucis, una dulce pareja que están allí desde tiempos inmemoriales. Tienen una pequeña casa en las dunas, una capilla con una pequeña campana, un jardín lleno de tilos. Ofrecen ayuda a los náufragos y los vagabundos.”[2]

Fausto les ofrece todo para que salgan: dinero, la reubicación en nuevos terrenos. Pero la pareja no acepta, se niega a partir. Fausto “comete su primera maldad consciente”. Llama a Mefisto y “sus hombres poderosos” y les ordena que quiten de en medio a los ancianos. No quiere verlo ni saber los detalles. Lo único que le interesa es el resultado final. (…) Éste es el tipo de mal característicamente moderno: indirecto, impersonal, mediatizado por organizaciones complejas y papeles institucionales.” Al día siguiente le comunican que el trabajo está cumplido. Fausto se informa que han incendiado la casa y asesinado a los ancianos. Reclama a Mefisto por la violencia y lo despide. “El príncipe de la obscuridad se retira elegantemente como caballero que es; pero ríe antes de salir.”[3]

El desarrollismo va acompañado de un mesianismo caudillista. El afán del poder es tornarse absoluto: no puede ver un pequeño terreno que escape a la lógica del progreso. El caudillo mesiánico, que se siente el elegido, no puede escuchar voces que denuncien la violencia del nuevo mundo, no acepta que se nieguen a partir. Enfoca en el pequeño terreno todas las cámaras y envía a “sus hombres poderosos”, revestidos de la solemnidad e imparcialidad de la justicia y de la disuasión de las armas, para que cumplan impersonalmente la tarea, cubiertos el rostro de pasamontañas o cubiertos el nombre por el cargo oficial. “Los hombre poderosos” se encuentran con una pareja semidesnuda en medio de la noche, rodeada de sus dos pequeños hijos. Las fuerzas de la justicia y el orden revuelven la casa y se llevan las computadoras, los celulares, los “flash memory”, los molinos de viento, creyendo que allí reside el poder  y el saber de los que se resisten.

El caudillo espera tranquilo en la casa y recibe el informe de la misión cumplida, pero queda una tarea final: ocultar la violencia. Viene un nuevo montaje: ahora es el poder de la información saneada de acuerdo a los designios del poder. Y luego seguirá, como en otros casos, los mensajes interesados desde las computadoras incautadas, la crónica del “espionaje” anunciado.

Pero no se trata únicamente del “deseo narcisista del poder,  más violento en quienes son más poderosos, (…) hay otro motivo para el crimen que no nace sólo de la personalidad de Fausto, sino de un impulso colectivo e impersonal que parece ser endémico de la modernización: el impulso de crear un entorno homogéneo, un espacio totalmente modernizado en el que el aspecto y el sentimiento del viejo mundo ha desaparecido sin dejar huella.”[4]

Esa es la “petite” tragicomedia de los nuevos caudillos desarrollistas y de sus víctimas: el delirio de quienes creen que hacen todo por primera vez en la historia, y no hacen más que repetirla, bajo la forma de una modernización funcional. Y del otro lado, el romanticismo de quienes tienen el poder de denunciar, hacia el pasado, pero aún no logran (logramos) crear la nueva utopía hacia el futuro.

Queda una tarea inconclusa: convertir la solidaridad en poder transformador, desde abajo, para no repetir la historia.


[1] MARX Carlos, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, http://www.philosophia.cl/biblioteca/Marx/18marx.pdf, p. 6, consulta enero de 2014.

[2] BERMAN Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, Siglo XXI, Madrid, España, 1988, pp. 58-59.

[3] BERMAN, Op. Cit., pp. 59-60.

[4] BERMAN, Op. Cit., p. 60

DEMOCRACIA INTERNA EN EL MOVIMIENTO PACHAKUTIK

4 Jun

DEMOCRACIA INTERNA EN EL MOVIMIENTO PACHAKUTIK

Napoleón Saltos Galarza

Quito, mayo 2013

UN POCO DE HISTORIA

El Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País se funda el 5 de febrero de 2006, como resultado de la confluencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS) y Nuevo País, en medio de un proceso de movilización social contra el modelo neoliberal.

Este origen va a marcar la forma de decisiones internas del movimiento político, pues se presente como la representación política del movimiento indígena, de los movimientos sociales urbanos y de trabajadores y de intelectuales y profesionales progresistas.

TRES FASES

En el funcionamiento interno del MUPPNP podemos distinguir tres grades fases: 1) de 1996 a 1999, en donde las decisiones parten de las organizaciones sociales y el movimiento indígena, mientras el MUPPNP actúa más bien como “brazo político”; 2) de 1999 al 2003, en que el MUPPNP se estructura como movimiento político autónomo con presencia de representaciones indígenas y de sectores de los movimientos sociales; 3) 2003-2012, en que el MUPPNP actúa como brazo político de la CONAIE, con respaldos de sectores sociales reducidos.

En cada una de estas fases los dispositivos de resolución interna y de participación democrática de los integrantes se modifican. Para las elecciones del 20013, la participación en la “Unidad Plurinacional de la Izquierda”, en donde participan además del MUPPNP, el Movimiento Popular Democrático y otras organizaciones políticas, sobre todo disidentes de Alianza País, se produce una exteriorizan de los dispositivo de decisión.

DECISIÓN Y PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA

Formalmente el MUPPNP se estructura como un movimiento político para la toma de decisiones y la participación democrática, con una Asamblea Nacional, con una Directiva Nacional, Directivas Provinciales y Cantonales. Sin embargo en la primera fase el centro de las decisiones y de la participación democrática está en los organismos de las organizaciones componentes, particularmente en el acuerdo entre la CONAIE y la CMS, entre sus direcciones nacionales. A esta estructura se suma la presencia de las “autoridades electas” que tienen un peso importante en las decisiones, sobre todo en referencia a la política institucional.

Aquí se produce una relación especial entre movimiento social y partido, con predominio del movimiento social. Es un período de alta participación democrática de las bases en todos los niveles de decisión. Influye decisivamente la concepción de democracia comunitaria de los pueblos originarios, con un papel clave de las formas asamblearias para las decisiones claves.

Un aspecto importante es la rendición permanente de cuentas de las autoridades electas a sus organizaciones sociales, de modo que la representación se asienta en la participación, los electos actúan como “mandatarios” de sus movimientos. Este tipo de relación desemboca en la subordinación de la participación institucional-parlamentaria a los objetivos de las luchas sociales-políticas de los actores sociales.

El MUPPNP en su primera participación se constituye en la tercera fuerza política del país; logra el 17,4% con el candidato presidencial Freddy Elehers y un bloque de ocho diputados, correspondiente al 12% del parlamento: 5 indígenas y 3 de los movimientos sociales. El Bloque parlamentario se presenta como un diálogo entre las organizaciones indígenas y las organizaciones sociales y de trabajadores.

No se trata de un mero funcionamiento interno, sino de la visión de la propia democracia, sustentada en una especie de “ciudadanía social”, más allá de la visión de la democracia liberal representativa, asentada en la “ciudadanía”.

Esta estructura se modifica sustancialmente en la segunda fase, cuando se pasa a una organización autónoma del MUPPNP como movimiento político con sus propias estructuras. Se pasa a la democracia formal de la decisión en los organismos “oficiales” del movimiento, en relación con la normativa del Estado. Empero se trata más bien de formas de exclusión de sectores sociales y del control de las decisiones desde una corriente hegemónica. Progresivamente el peso de las autoridades electas en las decisiones, especialmente sobre la participación institucional, parlamentaria o de poderes locales, empieza a crecer, hasta tomar autonomía sobre las decisiones del movimiento.

En la relación entre partido político y movimientos sociales, es el instrumento político el que predomina. Con ello se modifica el propio carácter de la democracia interna: se pasa a una democracia representativa, formal.

Este funcionamiento desemboca en la formación de corrientes ideológico-políticas, en la disputa del poder interno y en la concentración de decisiones en aparatos que excluyen la vida democrática del conjunto. Hasta desembocar en el Congreso del 2001 en la expulsión de la corriente de movimientos sociales y de trabajadores fundadora.

El MUPPNP se transforma en instrumento de negociación con el poder central, a favor de los grupos dirigenciales: para el 2002, el movimiento negocia el cogobierno con el Presidente Lucio Gutiérrez y obtiene la representación en los Ministerios de Agricultura y de Relaciones Exteriores por un período corto. Esta participación terminará por debilitar profundamente al movimiento, al producirse una fractura entre las bases y el aparato.

El movimiento indígena pierde su capacidad contrahegemónica de convocatoria a los diversos actores sociales y el MUPPNP se va reduciendo, en la tercera fase, a brazo político de la CONAIE, con un giro etnicista. Un signo es la contracción del largo nombre de “Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País”, en el que se refleja la confluencia de la diversidad, a la denominación como Pachakutik, la indigenización del movimiento en la opinión pública.

En esta tercera fase se desconstituyen los mecanismos orgánicos de decisión interna, el movimiento tiene una existencia orgánica precaria tanto en la estructura de la Direccion Nacional como en las provincias, con pequeños grupos de actuación intermitente, que se activan en períodos electorales. En este sentido se produce un desplazamiento de la representación-decisión desde las organizaciones sociales constitutivas de la primera fase, desde la decisión de los organismos formales del movimiento en la segunda fase, a la actuación de las autoridades electas, especialmente del bloque parlamentario. Con ello el Pachakutik entra en la lógica de la democracia delegativa.

Aunque no se rompe el vínculo entre el Movimiento Pachakutik y la CONAIE, lo que permite que en los momentos importantes de la vida política, las decisiones retornen a la voz del movimiento indígena.

La capacidad hegemónica de Alianza País ha ido debilitando la fuerza del Movimiento Pachakutik. Para las elecciones del 2013 entra en alianza con la izquierda electoral opositora.

Los resultados son contradictorios: el candidato presidencial del “Unidad”, apenas obtiene el 2,42%, lo que no refleja ni siquiera la militancia orgánica de los integrantes. Mientras tanto, el Movimiento Pahakutik obtiene 5 asambleístas: 1 nacional, dos de la Sierra y dos de la Amazonía, a partir de la fortaleza de la representación local. Con ello, se mantiene como la cuarta fuerza dentro del parlamento.

En esta participación hay un débil intento de recuperar el carácter histórico originario del MUPPNP, como espacio político de la participación institucional del movimiento indígena y de los movimientos sociales y de los trabajadores. Sin embargo las estructuras formales y las presiones de las lógicas electorales han bloqueado esta perspectiva.

En el último Congreso del ECUARRUNARI, la organización regional de la Sierra de la CONAIE, de abril 2013, se expresa la preocupación sobre el estado y el papel del Pachakutik y la necesidad de pensar en un viraje.

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DEMOCRACIA INTERNA EN EL MOVIMIENTO PACHAKUTIK

Napoleón Saltos Galarza

Quito, mayo 2013

 

UN POCO DE HISTORIA

El Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País se funda el 5 de febrero de 2006, como resultado de la confluencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS) y Nuevo País, en medio de un proceso de movilización social contra el modelo neoliberal.

Este origen va a marcar la forma de decisiones internas del movimiento político, pues se presente como la representación política del movimiento indígena, de los movimientos sociales urbanos y de trabajadores y de intelectuales y profesionales progresistas.

TRES FASES

En el funcionamiento interno del MUPPNP podemos distinguir tres grades fases: 1) de 1996 a 1999, en donde las decisiones parten de las organizaciones sociales y el movimiento indígena, mientras el MUPPNP actúa más bien como “brazo político”; 2) de 1999 al 2003, en que el MUPPNP se estructura como movimiento político autónomo con presencia de representaciones indígenas y de sectores de los movimientos sociales; 3) 2003-2012, en que el MUPPNP actúa como brazo político de la CONAIE, con respaldos de sectores sociales reducidos.

En cada una de estas fases los dispositivos de resolución interna y de participación democrática de los integrantes se modifican. Para las elecciones del 20013, la participación en la “Unidad Plurinacional de la Izquierda”, en donde participan además del MUPPNP, el Movimiento Popular Democrático y otras organizaciones políticas, sobre todo disidentes de Alianza País, se produce una exteriorizan de los dispositivo de decisión.

DECISIÓN Y PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA

Formalmente el MUPPNP se estructura como un movimiento político para la toma de decisiones y la participación democrática, con una Asamblea Nacional, con una Directiva Nacional, Directivas Provinciales y Cantonales. Sin embargo en la primera fase el centro de las decisiones y de la participación democrática está en los organismos de las organizaciones componentes, particularmente en el acuerdo entre la CONAIE y la CMS, entre sus direcciones nacionales. A esta estructura se suma la presencia de las “autoridades electas” que tienen un peso importante en las decisiones, sobre todo en referencia a la política institucional.

Aquí se produce una relación especial entre movimiento social y partido, con predominio del movimiento social. Es un período de alta participación democrática de las bases en todos los niveles de decisión. Influye decisivamente la concepción de democracia comunitaria de los pueblos originarios, con un papel clave de las formas asamblearias para las decisiones claves.

Un aspecto importante es la rendición permanente de cuentas de las autoridades electas a sus organizaciones sociales, de modo que la representación se asienta en la participación, los electos actúan como “mandatarios” de sus movimientos. Este tipo de relación desemboca en la subordinación de la participación institucional-parlamentaria a los objetivos de las luchas sociales-políticas de los actores sociales.

El MUPPNP en su primera participación se constituye en la tercera fuerza política del país; logra el 17,4% con el candidato presidencial Freddy Elehers y un bloque de ocho diputados, correspondiente al 12% del parlamento: 5 indígenas y 3 de los movimientos sociales. El Bloque parlamentario se presenta como un diálogo entre las organizaciones indígenas y las organizaciones sociales y de trabajadores.

No se trata de un mero funcionamiento interno, sino de la visión de la propia democracia, sustentada en una especie de “ciudadanía social”, más allá de la visión de la democracia liberal representativa, asentada en la “ciudadanía”.

Esta estructura se modifica sustancialmente en la segunda fase, cuando se pasa a una organización autónoma del MUPPNP como movimiento político con sus propias estructuras. Se pasa a la democracia formal de la decisión en los organismos “oficiales” del movimiento, en relación con la normativa del Estado. Empero se trata más bien de formas de exclusión de sectores sociales y del control de las decisiones desde una corriente hegemónica. Progresivamente el peso de las autoridades electas en las decisiones, especialmente sobre la participación institucional, parlamentaria o de poderes locales, empieza a crecer, hasta tomar autonomía sobre las decisiones del movimiento.

En la relación entre partido político y movimientos sociales, es el instrumento político el que predomina. Con ello se modifica el propio carácter de la democracia interna: se pasa a una democracia representativa, formal.

Este funcionamiento desemboca en la formación de corrientes ideológico-políticas, en la disputa del poder interno y en la concentración de decisiones en aparatos que excluyen la vida democrática del conjunto. Hasta desembocar en el Congreso del 2001 en la expulsión de la corriente de movimientos sociales y de trabajadores fundadora.

El MUPPNP se transforma en instrumento de negociación con el poder central, a favor de los grupos dirigenciales: para el 2002, el movimiento negocia el cogobierno con el Presidente Lucio Gutiérrez y obtiene la representación en los Ministerios de Agricultura y de Relaciones Exteriores por un período corto. Esta participación terminará por debilitar profundamente al movimiento, al producirse una fractura entre las bases y el aparato.

El movimiento indígena pierde su capacidad contrahegemónica de convocatoria a los diversos actores sociales y el MUPPNP se va reduciendo, en la tercera fase, a brazo político de la CONAIE, con un giro etnicista. Un signo es la contracción del largo nombre de “Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País”, en el que se refleja la confluencia de la diversidad, a la denominación como Pachakutik, la indigenización del movimiento en la opinión pública.

En esta tercera fase se desconstituyen los mecanismos orgánicos de decisión interna, el movimiento tiene una existencia orgánica precaria tanto en la estructura de la Direccion Nacional como en las provincias, con pequeños grupos de actuación intermitente, que se activan en períodos electorales. En este sentido se produce un desplazamiento de la representación-decisión desde las organizaciones sociales constitutivas de la primera fase, desde la decisión de los organismos formales del movimiento en la segunda fase, a la actuación de las autoridades electas, especialmente del bloque parlamentario. Con ello el Pachakutik entra en la lógica de la democracia delegativa.

Aunque no se rompe el vínculo entre el Movimiento Pachakutik y la CONAIE, lo que permite que en los momentos importantes de la vida política, las decisiones retornen a la voz del movimiento indígena.

La capacidad hegemónica de Alianza País ha ido debilitando la fuerza del Movimiento Pachakutik. Para las elecciones del 2013 entra en alianza con la izquierda electoral opositora.

Los resultados son contradictorios: el candidato presidencial del “Unidad”, apenas obtiene el 2,42%, lo que no refleja ni siquiera la militancia orgánica de los integrantes. Mientras tanto, el Movimiento Pahakutik obtiene 5 asambleístas: 1 nacional, dos de la Sierra y dos de la Amazonía, a partir de la fortaleza de la representación local. Con ello, se mantiene como la cuarta fuerza dentro del parlamento.

En esta participación hay un débil intento de recuperar el carácter histórico originario del MUPPNP, como espacio político de la participación institucional del movimiento indígena y de los movimientos sociales y de los trabajadores. Sin embargo las estructuras formales y las presiones de las lógicas electorales han bloqueado esta perspectiva.

En el último Congreso del ECUARRUNARI, la organización regional de la Sierra de la CONAIE, de abril 2013, se expresa la preocupación sobre el estado y el papel del Pachakutik y la necesidad de pensar en un viraje.

 

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19 Sep

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